Un referente de la comunicación en México, Antonio Córdova, conocido profesionalmente como Toño Córdova, dejó de existir a los 91 años el 11 de junio en Monterrey, Nuevo León, en compañía de sus familiares. La noticia fue confirmada por su compañero de profesión Paco Terán a través de una publicación en Facebook.

El deceso se produjo cinco minutos antes de concluir el miércoles 11 de junio, según relató Terán: “Faltando 5 minutos para terminar este miércoles 11 de Junio, en su regiomontana casa y en compañía de su familia, expiró por última vez el cuerpo de don Juan Antonio Ramírez Córdova, cuyo famosísimo nombre profesional era TOÑO CÓRDOVA”.

Salud deteriorada en sus últimos días

Su estado de salud había empeorado en mayo cuando sufrió un infarto cerebral que lo mantuvo hospitalizado por 18 días en el Hospital Universitario de Monterrey. Durante su estancia médica, solo recuperó la consciencia en tres ocasiones. “El pasado 25 de Mayo ingresó al Hospital Universitario víctima de un infarto cerebral y ahí permaneció 18 días sin que los médicos, pese a sus esfuerzos, pudieran devolverle la salud. Todavía, aunque sin hablar, estuvo consciente sólo tres días”, indicó su colega.

Una trayectoria de más de siete décadas

Nacido el 7 de enero de 1934 en Saltillo, Coahuila, Toño Córdova inició su carrera desde joven, obteniendo su licencia de locutor a los 15 años. Poco tiempo después se trasladó a la Ciudad de México, donde se integró en importantes estaciones de radio.

Su influencia trascendió a la televisión, donde se convirtió en el primer transmisor de corridas de toros en la región norteña del país. Su versatilidad le permitió incursionar en diversos formatos como programas de espectáculos, culturales, infantiles, de variedades y taurinos. Trabajó en empresas de renombre como Televisa, Multimedios, Radio Alegría y el diario El Porvenir.

Un objeto artístico ha sufrido daños considerables en Verona tras un acto imprudente de un visitante que utilizó una pieza decorativa para obtener una imagen personal. El registro audiovisual del suceso ha vuelto a colocar sobre la mesa la discusión acerca del trato adecuado hacia las obras culturales.

Obra única afectada por imprudencia

En el Palazzo Maffei ubicado en Verona, Italia, un turista causó la destrucción prácticamente completa de una creación artística contemporánea al intentar capturar una fotografía personal. La obra, denominada Van Gogh Chair, fue diseñada por el artista italiano Nicola Bolla y elaborada con miles de cristales de la marca Swarovski. Basada en el reconocido sillón pintado en El dormitorio de Vincent van Gogh, la pieza tenía únicamente un propósito decorativo y no estaba destinada a ser utilizada funcionalmente.

Captura del acto imprudente

Las cámaras de vigilancia del recinto cultural grabaron el instante preciso en que ocurrió el suceso: el visitante aguardó a que el personal se retirara y, sin vacilar, ocupó el asiento de la obra. La estructura, delicada por su concepción artística, se desintegró de inmediato.

“La directora del museo, Vanessa Carlon, calificó el hecho como ‘la peor pesadilla para cualquier institución cultural’ y denunció la imprudencia del acto.”

Recuperación y prevención

Gracias a la rápida intervención de expertos en restauración, se ha informado que la pieza podrá ser reconstruida en un breve periodo. No obstante, se ha implementado un sistema de seguridad reforzado y colocación de indicaciones más visibles para prevenir futuros incidentes.

“El mensaje fue contundente: ‘El arte no solo se mira; se respeta y se protege.’”

Una tendencia preocupante

Este no es un caso único. De acuerdo con el Consejo Internacional de Museos (ICOM), entre 2018 y 2023 se han registrado más de 180 situaciones semejantes a nivel global, y el 27% de ellas fueron provocadas por intentos de obtener autorretratos. Las autoridades italianas han endurecido las sanciones por afectar bienes culturales y podrían aplicarse acciones legales en este caso específico.

Posibles implicaciones judiciales

Aunque no se ha difundido la identidad del visitante, se están considerando acciones legales en concordancia con el Codice dei beni culturali e del paesaggio, que regula el patrimonio en Italia. La pieza de Bolla, más allá de su valor estético, simboliza una reflexión sobre la vulnerabilidad del legado artístico, lo que incrementa la relevancia de su afectación.

La tradición más emblemática de la monarquía británica

El sábado 14 de junio, Londres acogió la edición 2025 del Trooping the Colour, un evento que se ha convertido en uno de los símbolos más representativos de la familia real británica. Con más de 250 años de historia, el desfile contó con la participación de 1,400 soldados, 200 caballos y 400 músicos, demostrando la precisión y el esplendor de la tradición militar británica.

El regreso de la princesa de Gales

Kate Middleton ha sido nuevamente el centro de atención en esta ceremonia, destacando por su elegancia y carisma. La esposa del príncipe Guillermo ha elegido un abrigo vestido de color azul celeste de la firma Catherine Walker, combinado a la perfección con su hija menor. El conjunto ha sido complementado con un tocado creado por Juliette Botterill, diseñador que ha ganado terreno entre las preferencias de la realeza.

La princesa Charlotte ha llamado la atención con su vestimenta, que armonizaba perfectamente con el estilismo de su madre. Esta no es la primera vez que la joven de nueve años demuestra soltura ante los flashes, pues ya en 2024 acompañó a sus padres durante la participación de “su madre en un momento tan significativo”.

Un evento histórico con excepciones

El rey Carlos III, quien enfrenta su propio combate contra el cáncer, ha decidido no seguir la tradicional montura ecuestre durante el desfile, rompiendo con una costumbre arraigada entre los monarcas británicos. A pesar de este cambio, la solemnidad del acto se ha mantenido intacta, con la reina Camilla a su lado durante todo el recorrido.

Cuando la pareja real y sus tres hijos, George, Charlotte y Louis, hicieron su aparición, las cámaras se centraron nuevamente en Kate Middleton. Mientras Guillermo mostraba su uniforme militar impecable y sus hijos vestían trajes con corbatas rojas, la princesa de Gales “ha sonreído relajada y tranquila, convirtiéndose nuevamente en la estrella indiscutible” del evento.