Becky G y Manuel Turizo presentan su nueva colaboración musical titulada “¿Qué haces?”, una pieza que captura la esencia del romance contemporáneo. La canción aborda esa fantasía universal de recibir una propuesta de compromiso directa: “¿nos casamos o qué?”, según palabras de la propia artista.
Un estilo musical sin etiquetas
En entrevista, Becky G destacó su evolución artística a través de diversos géneros musicales y su decisión de no limitarse por categorías: “Para mí la música es mi pasión. No importa el género, no importa el idioma. Crear estas historias que pueden formar parte de la vida de mis fans… eso es lo importante”. La cantante describió su identidad artística actual como “una artista sin género”, enfocada en la autenticidad por encima de las etiquetas comerciales.
Del “Jelly Bean” al estrellato
La interprete compartió anécdotas de sus inicios en la música, revelando que antes de su contrato con Sony Music formaba parte de un grupo femenino llamado Glam donde utilizaba el nombre artístico de Mija. Su repertorio incluía canciones como “Jelly Bean”, muy distante del estilo que hoy la define.
Química musical con Turizo
De su colaboración con Manuel Turizo, Becky G comentó: “Si no ves el video, cuando lo estás escuchando puedes sentir las sonrisas que teníamos”. Explicó que aunque habían intentado trabajar juntos anteriormente sin éxito, esta vez “por fin funcionó”, en palabras que reflejan su entusiasmo por el resultado final.
Del primer amor a la madurez artística
Becky G también recordó sus primeros enamoramientos, admitiendo que tenía un crush con Zac Efron durante su infancia por su papel en High School Musical. Esta confesión contrasta con su actual propuesta musical dirigida a una audiencia más madura y consciente de las dinámicas románticas actuales.
“Es una canción que puedes mandar y decir ‘jajaja qué chistoso’… pero es en serio”
La artista describió cómo “¿Qué haces?” representa un nuevo enfoque para conectar emocionalmente con su audiencia, permitiendo expresar sentimientos profundos bajo una aparente broma. La canción se posiciona como un reflejo de la generación Gen Z, donde lo auténtico supera a lo perfecto en las relaciones contemporáneas.