Una experiencia laboral se convirtió en un calvario para tres agrupaciones musicales que se presentaron en una residencia de lujo en Morelos. Los Cadetes de Linares, Ramón Ayala y Grupo Torrente llegaron al fraccionamiento Los Limoneros en Cuernavaca, sin conocer que estarían involucrados en un operativo federal contra el narcotráfico.
Encuentro fortuito con el crimen organizado
El 10 de diciembre de 2009, lo que parecía un evento privado para empresarios y políticos reveló su verdadera identidad: Arturo Beltrán Leyva, líder del cártel homónimo, disfrutaba de la velada. Los artistas no habían preguntado por el cliente, algo común en sus presentaciones privadas. Durante la noche, elementos militares irrumpieron en la propiedad mientras Ramón Ayala se presentaba.
Según el testimonio de José Carlos Salinas, vocalista de Grupo Torrente, la situación degeneró rápidamente. Los guardaespaldas de ‘El Barbas’ intentaron repeler a los agentes, generando un intenso tiroteo. ‘En ese momento estaba tocando Ramón Ayala, pero nosotros estábamos atrasito de Ramón Ayala, porque seguíamos para tocar, (cuando) empezó un enfrentamiento… De hecho, cerca de nosotros había una habitación a donde yo quería irme junto con un elemento de Ramón Ayala y otro de Los Cadetes de Linares, y cayó una granada por el lado de la ventana y me quedé sordo (aturdido)’, relató.
Detención y presión judicial
Tras el operativo, las autoridades arrestaron a todos los presentes, incluyendo al personal de servicio y los artistas. Inicialmente como testigos, pero pronto enfrentaron acusaciones relacionadas con el crimen organizado. ‘Charly Torrente’ afirmó que las autoridades exigieron 100 mil dólares por cada cantante para su liberación.
Quienes no pudieron pagar enfrentaron procesos judiciales sin pruebas contundentes. ‘Nos llevan como testigos, de testigos nos hacen presuntos culpables y de presuntos culpables nos siembran cosas, nos ponen que armas de ahí eran de nosotros, nunca se comprobaron’, aseguró el músico. Finalmente fue sentenciado a cuatro años en el Cefereso 4 de Nayarit.
Epílogo sangriento
Cinco días después de la fallida operación, las fuerzas federales lograron su objetivo: la muerte de Arturo Beltrán Leyva en un departamento del Altitude, cerca del lugar donde se desarrolló la fiesta. El 16 de diciembre de 2009, un grupo de 200 marinos ejecutó un operativo que terminó con la vida del narcotraficante y varios de sus hombres.
‘Estaba tan fuerte la guerra en ese sexenio del presidente en turno, (Felipe) Calderón, que la guerra estaba declarada contra el narcotráfico y él estaba comprobando que estaba ganando la guerra. Así lo veo yo, quería resultados, y los resultados eran llenar los penales, pero yo conocí infinidad de gente inocente como yo’