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El estilo de corte de cabello francés que rejuvenece el aspecto facial: una alternativa favorecedora para mujeres que superan los 50 años

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Con el paso del tiempo, muchas mujeres buscan maneras de renovar su imagen sin necesidad de someterse a tratamientos médicos. Un cambio de look capaz de marcar la diferencia es el bob francés, un estilo que no solo potencia la densidad del cabello, sino que también ofrece un efecto suavemente rejuvenecedor.

Características únicas del estilo

Este corte se distingue por tener una longitud corta que llega justo por encima de la mandíbula, ayudando a resaltar el contorno facial. Su diseño asimétrico favorece un aspecto equilibrado, con un flequillo ligero que cubre hasta las cejas y ondas suaves que aportan dinamismo visual.

La revista Glamour explica que el elemento clave está en su estructura interna: capas estratégicamente colocadas que no distorsionan la forma natural del cabello, puntas texturizadas que aportan movimiento y un corte invisible que evita la apariencia escalonada.

Adaptabilidad según el tipo de rostro

Según la directora de Ilitia Beauty Science, Charo García, citada en InStyle, este corte no es recomendable para rostros muy circulares porque podría acentuar esa forma. También advierte que en cabellos con rizos muy definidos puede perderse la esencia del estilo.

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La versatilidad del bob francés permite adaptarse a diferentes tipos de cabello, desde los más finos hasta los rizados. No obstante, Rosa Roselló, directora de formación de Druni, señala que el factor determinante es la forma del rostro, por lo que siempre se sugiere consultar con un profesional.

Consejos para su mantenimiento

Para preservar el estilo, se recomienda usar productos antifriz después del lavado, especialmente en cabellos propensos al encrespamiento. Las melenas delgadas requieren productos que generen volumen, aplicados en las raíces con los dedos antes del secado, preferentemente boca abajo, y terminando con un sérum que aporte brillo.

Versión personalizada para cada rostro

El bob francés se adapta a distintas formas faciales mediante modificaciones en el largo y flequillo. En rostros cuadrados, con ángulos pronunciados, se sugiere una versión ligeramente más larga con capas que llegan a las mejillas para suavizar los contornos.

Para los rostros diamante, donde los pómulos son más anchos, se recomienda una forma asimétrica con la parte trasera más corta y mechones delanteros que enmarquen el rostro. En rostros redondos, se aconseja una versión más larga de lo habitual combinada con un flequillo lateralizado que cree un efecto de alargamiento.

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