Origen milenario de un compañero espiritual
El perro sin pelo originario de México, conocido como xoloitzcuintle, tiene una historia que se remonta más de tres milenios. Para antiguas civilizaciones como los mexicas, toltecas y mayas, esta raza representaba un guía divino hacia el más allá, motivo por el cual era enterrada junto con los fallecidos para acompañarlos en su viaje espiritual.
El nombre de esta especie proviene de la fusión de dos vocablos náhuas: Xólotl, divinidad asociada al ocaso y la muerte, e itzcuintli, que significa perro. Durante la época colonial, la raza estuvo en peligro de desaparición, pero logró sobrevivir gracias al cuidado de comunidades indígenas y más tarde al interés de artistas que lo convirtieron en emblema patrio.
Reconocimiento internacional y valor económico
En 1956, la Federación Cinológica Internacional oficializó su estatus como raza pura, posición que le ha permitido destacar en certámenes caninos globales como representante de la fauna autóctona mexicana.
El precio actual de un ejemplar varía entre 15,000 y 45,000 pesos mexicanos, equivalente a 800-2,500 dólares aproximadamente, dependiendo de sus características físicas (miniatura, mediano o estándar), linaje y condiciones de crianza. Los ejemplares de alto pedigree pueden alcanzar valores superiores a 60,000 pesos.
Características únicas y cuidados especiales
Este can destaca por su temperamento tranquilo, fidelidad y capacidad protectora. Su personalidad cariñosa lo convierte en un compañero ideal, aunque su marcado instinto territorial requiere socialización adecuada.
Al carecer de pelaje, resulta adecuado para personas con alergias, pero necesita protección contra el sol y tratamientos específicos para mantener su piel saludable.
Presencia en la cultura popular contemporánea
El simbolismo de esta raza trascendió fronteras mediante su representación en la cinta animada Coco, donde el personaje Dante, un perro Xoloitzcuintle, acompaña al protagonista como guía místico. Esta obra cinematográfica reforzó su identidad como símbolo patrio.
El reconocimiento artístico también se consolidó gracias a figuras como Frida Kahlo y Diego Rivera, quienes incluyeron a estos animales en su vida cotidiana y obra pictórica. Para ellos, estos perros simbolizaban la resistencia cultural y el legado prehispánico, elementos visibles en las piezas exhibidas en la Casa Azul.
Vínculo entre pasado y presente
Hoy en día, el xoloitzcuintle trasciende su rol como mascota al convertirse en testimonio viviente de la historia ancestral mexicana. Su presencia en exposiciones artísticas, espacios museísticos y hogares refleja una conexión entre la herencia indígena y la identidad moderna del país.