Música

El Personal: La agrupación ochentera que desafió el orden establecido con su atrevimiento musical

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Un grupo de jóvenes inconformistas logró llamar la atención de los agentes de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) hasta el punto de infiltrar espías en el bar gay donde se presentaban. “No pretendíamos transformar la sociedad, sino narrarla desde otra perspectiva”, afirma uno de sus integrantes.

Vigilancia gubernamental en espacios culturales

Entre documentos oficiales del Archivo General de la Nación se encontró un afiche anunciando un concierto de El Personal en 1987. Esta banda jalisciense, surgida en Guadalajara, rompía moldes con su mezcla de géneros musicales y letras atrevidas. Su presentación en El Nueve, un bar alternativo de la Ciudad de México, marcó un hito importante en su trayectoria.

En una época donde temas como la homosexualidad o el consumo de drogas eran considerados subversivos, El Personal los abordaba con humor y originalidad. José Alfredo Sánchez, guitarrista y tecladista del grupo, explica: “Jamás imaginamos que nuestra música pudiera considerarse una amenaza para la seguridad del país”.

Escena contracultural en Guadalajara

La ciudad de Guadalajara en los años 80 presentaba una dualidad interesante: por un lado su fuerte conservadurismo, y por otro una vibrante vida cultural underground. Allí surgieron expresiones artísticas como la revista Galimatías y agrupaciones musicales que rompían con los esquemas tradicionales.

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“La escena tapatía era pequeña pero muy unida. Convivían músicos, artistas plásticos y escritores en un entorno creativo muy especial”, recuerda Sánchez. La banda fusionaba diversos estilos musicales creando un sonido único que no encajaba en categorías preestablecidas.

Una propuesta artística disruptiva

Formada originalmente por Julio Haro García en la voz principal y Andrés Haro en el bajo, la agrupación fue creciendo con la incorporación de nuevos talentos. Su música, cargada de ironía y crítica social, no se alineaba con los movimientos musicales convencionales de la época.

“Nunca tuvimos pretensiones ideológicas, pero sabíamos que expresar ciertas ideas ya representaba un acto de rebeldía”, comenta Alfredo Sánchez. Canciones como “No me hallo” se convirtieron en himnos de una generación que buscaba su identidad en medio de la represión.

El Nueve: epicentro de la contracultura

El bar El Nueve en la Zona Rosa de la Ciudad de México se convirtió en un espacio clave para la difusión de nuevas expresiones artísticas. Allí confluyeron músicos, artistas y pensadores que desafiaban los convencionalismos sociales.

Julio Haro, vocalista principal y figura central de la banda, mantenía contacto con intelectuales de la talla de Carlos Monsiváis y Luis González de Alba. Esta conexión con el ámbito cultural y político probablemente atrajo la atención de los servicios de inteligencia del gobierno.

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Legado de una generación rebelde

Los archivos desclasificados de la DFS revelaron que El Personal había sido objeto de vigilancia. “Julio era abiertamente gay y amigo de figuras polémicas para la época”, explica Sánchez, “eso seguramente activó las alarmas gubernamentales”.

La banda, aunque no tuvo una producción extensa, dejó una huella imborrable en la historia cultural de México. Sus canciones abordaron temas prohibidos con una mezcla de audacia y humor que incomodó a las autoridades de la época.

“Ojalá que cuando muera, nadie hable de mí”, decía Julio Haro, según recuerda su hermano. Más de tres décadas después, El Personal sigue siendo recordado como un grupo que rompió esquemas y enfrentó con valentía el conservadurismo de su época.

“Nos burlábamos del clasicismo, de los prejuicios, de los ricos tapatíos que negaban lo que hacían en la sombra. Era eso lo que no gustaba, que lo dijéramos en voz alta y con ritmo”

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