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Soda Stereo: Tres décadas de un último álbum que marcó la historia

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El fin de una era

En 1995, la banda argentina Soda Stereo registró su último trabajo discográfico antes de su disolución definitiva. Sueño Stereo se convirtió en el canto de cisne de una agrupación que marcó el rumbo del rock en español. Fabris-Truscello reconstruyó esta historia a través de testimonios exclusivos de los involucrados.

Gustavo Cerati, líder del trío, reflexionó años después sobre el proceso creativo: “Sueño Stereo fue el intento por verificar si la conexión aún existía. Aunque el resultado fue positivo, el camino fue arduo. Las distancias personales y profesionales ya eran evidentes”. El guitarrista destacó cómo Charly Alberti mostraba mayor interés por otros proyectos paralelos que por la música del grupo.

El contexto de la ruptura

El 21 de junio de 1995 marcó el final de una etapa, aunque el desgaste comenzó antes. En 1993, Cerati abandonó repentinamente la gira de Dynamo sin dar explicaciones. Esta decisión generó un paréntesis de dos años y medio que parecía irreversible. “Había un cansancio total, físico y emocional. No veía futuro en continuar”, admitió el cantante en entrevista con el Suplemento No de Página/12.

El baterista formó el dúo Plum con su pareja, mientras Zeta Bosio se enfocó en producir discos de otros artistas. El bajista recordó que el proceso creativo de Sueño Stereo fue especialmente difícil debido a la reciente pérdida de su hijo menor en un trágico accidente automovilístico. “Ese evento nos unió nuevamente como amigos, recuperando la química perdida”, reveló Cerati.

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La creación del álbum

Tras el duelo, el trío se reunió en el estudio Supersónico para explorar nuevas ideas musicales. Las sesiones se caracterizaron por la improvisación y la experimentación. Zeta Bosio explicó: “Éramos como una pareja que retoma su relación después de un distanciamiento. Buscábamos recuperar la esencia del grupo sin forzar resultados”.

El ingeniero Eduardo Bergallo describió el proceso técnico: “Utilizamos equipos ADAT, grabadores digitales de 8 canales. Con cuatro unidades sincronizadas alcanzábamos las 32 pistas necesarias. La batería se grabó buscando un sonido más orgánico, aprovechando la acústica natural del lugar”.

La búsqueda de innovación

El álbum representó un giro estilístico respecto a trabajos anteriores. “Queríamos evitar lo predecible. Si bien siempre fuimos una banda de guitarras, bajos y batería, exploramos sonidos electrónicos y ambientales”, comentó Cerati. La experimentación llegó al punto de considerar un disco doble: uno con canciones convencionales y otro totalmente experimental. “BMG rechazó la idea. Lástima, hubiera sido revolucionario”, lamentó Zeta.

El bajista destacó la improvisación detrás de éxitos como “Disco eterno”: “Era una improvisación de 17 minutos. Solo los últimos cinco minutos se convirtieron en la canción final”. La letra de “Ella usó mi cabeza como un revólver” surgió espontáneamente durante las sesiones de grabación, superando inicialmente las expectativas del equipo.

El arte y la estética

El diseño de la portada fue un proceso creativo complejo. Inicialmente se consideró una imagen de siameses unidos por la cabeza extraída de un libro antiguo, pero finalmente se optó por una representación más sutil. Alejandro Ros, encargado del diseño, explicó: “Queríamos representar la idea del sueño compartido. Los parlantes simbolizaban a cada integrante, mientras los espermatozoides/auriculares hacían referencia a la concepción musical”.

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El arte interior jugaba con conceptos de dualidad y nostalgia, incorporando elementos vintage como el formato magazine y la representación de objetos antiguos. Gabriela Malerba, coautora del diseño, bromeó sobre uno de los elementos: “Las esposas forradas en terciopelo eran una metáfora del matrimonio como cárcel suave”.

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