Zahie Téllez ha construido una trayectoria que fusiona raíces familiares, tradición culinaria y alta gastronomía. Sus proyectos se distribuyen entre México y Europa, con un enfoque que busca equilibrar técnicas refinadas con historias personales. Aunque su participación en restaurantes varía entre inversión y creación, siempre deja su huella en la propuesta gastronómica.
Presencia culinaria en dos continentes
En el territorio nacional, su nombre quedó ligado al efímero José Guadalupe Platos de Cuchara, establecido en el Mercado Roma entre 2014 y 2017, donde se ofrecían opciones económicas con un promedio de 150 a 200 pesos por comida. En el viejo continente, sus colaboraciones incluyen Viva en Milán, Noto en Sicilia y Pronto de Maissa en el sur italiano.
Según datos disponibles, un menú degustación en Viva tiene un costo aproximado de 110 euros, mientras que en Noto los precios fluctúan entre 80 y 100 euros. Cada proyecto mantiene identidad única, pero comparte una visión común: una cocina que integre emociones y precisión.
Entre lo cotidiano y lo memorable
Los precios en sus establecimientos europeos se alinean con el estándar de restaurantes de alta gama, justificados por la selección de ingredientes, el diseño del menú y la ambientación de los espacios. “No se trata de una comida casual: es una experiencia diseñada para recordar”, explica la chef sobre sus propuestas formales.
En contraste, sus incursiones en formatos informales, como el mencionado Platos de Cuchara, demuestran su capacidad para conectar con públicos más amplios sin sacrificar calidad. “Su paso por televisión no la alejó de los fogones; al contrario, le permitió ampliar su audiencia y compartir recetas, historias y reflexiones desde la cocina mexicana”, señala su biografía oficial.
Identidad gastronómica con raíces personales
La propuesta de Zahie trasciende lo meramente culinario. “Lo que Zahie pone sobre la mesa no son solo platos, sino recuerdos, influencias cruzadas y una dosis de honestidad poco común”, afirma una descripción oficial de su trabajo. Su estilo incorpora sabores mazatlecos, herencia libanesa materna y aprendizajes adquiridos durante su estancia en Italia, donde estudió cocina formal y desarrolló una conexión especial con la cultura vitivinícola.
